Alejandra Pizarnik, gentileza de google |
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora
es el fuego sometido
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra
perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
El mismo concepto de esta obra remite a uno de los objetivos más importantes para Alejandra Pizarnik. “Aspiro a la lucidez, temo no hallarla nunca”, escribía en su diario en el año 1955, mientras esperaba el milagro que emergía de su propia obra, la magia de las palabras. Era muy conciente de que su propia actividad diaria era la que la salvaba de sí misma. El quehacer poético era la causa y la consecuencia de la salvación de la autora.
En “Salvación”, Alejandra recrea el tormento y la caída al ansiado estado de inconciencia, el sueño, la noche, que para la autora siempre significó la lujuria, la fantasía y la magia. La noche para ella era un mundo en el que se purgaban los demonios del día, se trastornaban los prejuicios.
Para Pizarnik, la isla es el refugio, su hogar, su mundo, un ente aislado. Sin el cual la autora se ve sometida a la violencia destructora del viento. En consecuencia, el pájaro profeta, ave fénix, el yo poético de la autora como un ser libre encarnado en un animal, muere, se vuelve ceniza, fuego sometido. La carne, la hoja y la piedra son el mundo que, perdido en la fuente de tormento, queda sin sentido. Un mundo sin la fuerza de la poesía o de las palabras.
Ante esta desesperación pasiva, ella navega en el horror de la civilización, los restos de un mundo amado, la isla. Sólo con la caída de la noche, la purificación es posible. Finalmente, la máscara es al infinito lo que el muro es a la poesía. La vida eterna está en las palabras, el secreto de la inmortalidad es encarnado en la poesía, un infinito escondido detrás de una máscara, detrás de un muro. Para salvarse, Alejandra tiene que romper el muro, escribir poesía.
Natalia Grinschpun
Natalia Grinschpun
MUY BACANO EL BLOG...!! SALUDOS DESDE ECUADOR
ResponderEliminarMala la wea me saque un uno por su caga
ResponderEliminarque paso papu
EliminarQué pena saber eso. Espero que tu vida haya sido un éxito igual. Nunca olvides cuestionar el Status Quo. Besitos.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué otro interpretación se lo podría dar a esta poesía?
ResponderEliminarPodría ser todo lo contrario. Que la máscara que debemos ponernos diariamente para afrontar el mundo del horror, esa "civilización", sea nuestra salvación. Paradójico, no?
EliminarQue se fugue la isla, sería que se vaya la inspiración. El fuego sometido, son esas tripas revolucionarias acalladas, la hoja está en blanco. La carne y la piedra como lo básico al descubierto, perdidos en el mundo del cotidiano, "la fuente del tormento".
Quien se anima a navegar en ese horror, es salvado, purifica la oscuridad.
Entonces yo, Alejandra, me pongo esa máscara, esa armadura para salir al mundo. Me disfrazo, me mimetizo. Rompiendo así, el tormento de sentir la poesía por dentro.
Muy bueno
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